La cita completa es: 'Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en un monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti'
Su autor es F. Nietzsche y pertenece a su obra 'Más allá del bien y del mal'
Y es que de eso hablaba el otro día con un amigo tirados en el césped de una piscina. Le contaba que mirar al abismo me marea, me da vértigo, miedo, curiosidad... Supongo que cada uno tiene sus abismos personales, y luego hay abismos universales, arquetípicos.
No estoy seguro del todo si es bueno mirar al abismo, el dato cierto es que, en ciertas ocasiones, nos es imposible no hacerlo, supongo que se tratará de una condición humana.
Yo suelo asomarme a mi abismo ciertas noches, muy despacio, asomando lo justo para intentar vislumbrar el fondo; el problema de este tipo de abismos es que nunca llegas a ver el fondo salvo que saltes. Si amigos, así de jodido es el juego. Hay veces que intento estirar un poco más el cuello, arquear un poco más las cejas, abrir mucho los ojos y cerrar lo máximo las pupilas para crear más profundidad de campo, pero es en vano. Si quieres respuestas, si quieres saber lo que hay en el fondo, debes saltar. Así de cabrona es la condición humana.
A veces, después de horas intentando mirar con más nitidez, cabreado, decido retirarme y descansar, intentar olvidar mi curiosidad y que el miedo pierda su matiz placentero. Intento recrear una tierra infinita a mi alrededor, sin relieves, sin montañas. Me creo la vana ilusión de que alcanzo a ver todo lo que necesito ver, de que no hay nada que se escape a mi vista y mi juicio. Pero es imposible, el abismo sigue ahí, y lo sabes. Siempre ha estado y siempre estará. El abismo nos es tan necesario como las grandes llanuras. El abismo nos completa como personas racionales, el abismo es parte de nosotros y, ahí quería llegar yo: somos el abismo. ¡Qué cabrón el Nietzsche!
Somos nosotros el abismo, así como somos el valle y el cielo, la vida y la muerte, la religión...
Nos asusta mirar, nos asusta mirarnos.
Queremos la recompensa antes de comenzar el viaje, ¡hay que ser idiota!
Todos estos pensamientos me asaltaron en la piscina porque parece ser que mi amigo se ha cansado de mirar a uno de sus abismos y quiere saltar. Lo tiene casi decidido. Va a abandonar la postura que adoptaba para mirar, quiere levantarse y, esta vez mirando al frente, tirarse a palillo.
Yo, como buen psicólogo, no le animé a que se tirase, tampoco le animé a que no lo hiciese. No le animé a que siguiera mirando, tampoco a que dejase de hacerlo. Soy un buen psicólogo.
El abismo de cada uno debe ser estrictamente de cada uno y propias deben ser las decisiones de qué carajo hacer con él.
El mio sigue ahí, donde siempre ha estado, llamando mi atención cuando le place, sabiéndose el jefe de la situación, el puto amo. Supongo que mi legendario miedo a las alturas no ayuda en todo este proceso y que, probablemente no salte nunca hasta que me empujen o muera.
Otro pensamiento horrible: estoy seguro que en el fondo del abismo hay otro abismo.
'Quien no tiene alas no debe tenderse sobre abismos'Esta frase también es del guasón de Nietzsche, esta vez de su obra 'Así habló Zaratustra'
¡Claro! con alas todo parece más fácil, puedo sobrevolar y volver a mi cama sin haber caído.
¿Cómo podemos conseguir alas? así, a bote pronto, se me ocurre volar (jeje) hasta Uruguay y comprarse una bolsita de marihuana en una farmacia. Pero seguro que hay más vías.
'Caminante sobre mar de niebla' David Friedrich. 1818.
No hay comentarios:
Publicar un comentario