jueves, 28 de noviembre de 2013

miércoles, 23 de octubre de 2013

Autumn

Re-Córcholis 2013 ©


Re-Córcholis 2013 ©



Esta es mi visión de la estación aupado en hombros de Re-Córcholis, afamada fotógrafa contemporánea.
Casi a hombros de gigantes.



martes, 22 de octubre de 2013

Chistes para psicólogos





Efectivamente, al contrario que los ingenieros de caminos, canales y puertos, los psicólogos nos reímos de gilipolleces.
Freud nunca defrauda. (defreuda!!!  éste es mío!!!! jajajj)


Lo siento mucho.....

miércoles, 9 de octubre de 2013

29°2′56″N 13°37′12″O

Esas coordenadas son las que me pide mi cuerpecillo cada poco tiempo. En esas coordenadas, mi chasis de hueso y pelo se relaja, se expande, respira, come, duerme...

En esas coordenadas mi caparazón se remoja, se deja tocar por peces.



La luz es extraña, la del amanecer y la del ocaso; incluso la de la luna.
El mar parece sorprendido al tocar tierra, y la acaricia.
La tierra tiembla, o eso dice Isma, yo creo que no, sólo vibra. 
El vino es un milagro, la tierra negra.


Tengo el corazón contento y lleno de alegría, en esas coordenadas.

- ¿Cuándo volvemos?
- Siempre...






miércoles, 7 de agosto de 2013

Palabras que me molan... (2)

Siguiendo con esta divertida serie...

Soflama: 1. Llama tenue o reverberación de un fuego. 2. Discurso vehemente con el que se pretende exaltar los ánimos de los oyentes. 3. Discurso ardoroso destinado a arrastrar a la gente a una acción revolucionaria. 4. Bochorno o ardor que suele subir al rostro por accidente, por enojo o vergüenza.




martes, 6 de agosto de 2013

Cuando miras al abismo...

La cita completa es: 'Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en un monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti'
Su autor es F. Nietzsche y pertenece a su obra 'Más allá del bien y del mal'

Y es que de eso hablaba el otro día con un amigo tirados en el césped de una piscina. Le contaba que  mirar al abismo me marea, me da vértigo, miedo, curiosidad... Supongo que cada uno tiene sus abismos personales, y luego hay abismos universales, arquetípicos.
No estoy seguro del todo si es bueno mirar al abismo, el dato cierto es que, en ciertas ocasiones, nos es imposible no hacerlo, supongo que se tratará de una condición humana.

Yo suelo asomarme a mi abismo ciertas noches, muy despacio, asomando lo justo para intentar vislumbrar el fondo; el problema de este tipo de abismos es que nunca llegas a ver el fondo salvo que saltes. Si amigos, así de jodido es el juego. Hay veces que intento estirar un poco más el cuello, arquear un poco más las cejas, abrir mucho los ojos y cerrar lo máximo las pupilas para crear más profundidad de campo, pero es en vano. Si quieres respuestas, si quieres saber lo que hay en el fondo, debes saltar. Así de cabrona es la condición humana.

A veces, después de horas intentando mirar con más nitidez, cabreado, decido retirarme y descansar, intentar olvidar mi curiosidad y que el miedo pierda su matiz placentero. Intento recrear una tierra infinita a mi alrededor, sin relieves, sin montañas. Me creo la vana ilusión de que alcanzo a ver todo lo que necesito ver, de que no hay nada que se escape a mi vista y mi juicio. Pero es imposible, el abismo sigue ahí, y lo sabes. Siempre ha estado y siempre estará. El abismo nos es tan necesario como las grandes llanuras. El abismo nos completa como personas racionales, el abismo es parte de nosotros y, ahí quería llegar yo: somos el abismo. ¡Qué cabrón el Nietzsche!

Somos nosotros el abismo, así como somos el valle y el cielo, la vida y la muerte, la religión...
Nos asusta mirar, nos asusta mirarnos.
Queremos la recompensa antes de comenzar el viaje, ¡hay que ser idiota!

Todos estos pensamientos me asaltaron en la piscina porque parece ser que mi amigo se ha cansado de mirar a uno de sus abismos y quiere saltar. Lo tiene casi decidido. Va a abandonar la postura que adoptaba para mirar, quiere levantarse y, esta vez mirando al frente, tirarse a palillo. 
Yo, como buen psicólogo, no le animé a que se tirase, tampoco le animé a que no lo hiciese. No le animé a que siguiera mirando, tampoco a que dejase de hacerlo. Soy un buen psicólogo.

El abismo de cada uno debe ser estrictamente de cada uno y propias deben ser las decisiones de qué carajo hacer con él.

El mio sigue ahí, donde siempre ha estado, llamando mi atención cuando le place, sabiéndose el jefe de la situación, el puto amo. Supongo que mi legendario miedo a las alturas no ayuda en todo este proceso y que, probablemente no salte nunca hasta que me empujen o muera. 
Otro pensamiento horrible: estoy seguro que en el fondo del abismo hay otro abismo.
'Quien no tiene alas no debe tenderse sobre abismos'
 Esta frase también es del guasón de Nietzsche, esta vez de su obra 'Así habló Zaratustra'

¡Claro! con alas todo parece más fácil, puedo sobrevolar y volver a mi cama sin haber caído.
¿Cómo podemos conseguir alas? así, a bote pronto, se me ocurre volar (jeje) hasta Uruguay y comprarse una bolsita de marihuana en una farmacia. Pero seguro que hay más vías.

'Caminante sobre mar de niebla' David Friedrich. 1818.

miércoles, 24 de julio de 2013

Desde aquí veo mi casa!

Si si si si... 2013 y tal... celulares inteligentes, pelis en 3D, gafotas google... si si si... pero a mi me siguen alucinando cosas como estas:






esa flechita marca una mota de polvo que es la Tierra vista desde saturno. La fotografía está tomada por la sonda 'Cassini' y está realizada a 1440 millones de km. de distancia...


Y la cosa es que luego pillas un coche para irte a Gandía un fin de semana y el viaje se te hace eterno...

R
E
L
A
T
I
V
O

miércoles, 19 de junio de 2013

Las aventuras y desventuras de Modesto López (I)

Algo debía estar pasando en mi cabeza, se repetía Modesto... algo debe estar cambiando con el paso de los años.
El cerebro está programado para engañarnos, para que no reparemos en el paso del tiempo, en la gran tragedia que supone ir quemando etapas. El cerebro se encarga de hacernos creer que la cara que nos devuelve el espejo todas las mañanas es la misma, es la de la misma persona, somos nosotros. El cerebro es un puto zorro en esto del engaño, de hecho, es su función principal, el engaño.
Ese pensamiento recurrente de que los que cambian son los demás, son las ciudades, los coches, los teléfonos móviles, pero nosotros no. Nosotros seguimos siendo como nuestro espejo nos muestra, como nuestro cerebro nos dice; imagen que, curiosamente, coincide con nuestra mejor fotografía, con nuestro lado bueno.
El cerebro de los demás funciona igual que el nuestro. ¡Están conchabados los cabrones! el plan es que nadie diga nada, nadie pare un momento, se plante delante de sí en el espejo y pida explicaciones. El plan es que todos tengamos una sonrisa cabrona y a hurtadillas cuando vemos a un antiguo compañero de clase que se ha quedado calvo, está tirando a gordo, tiene ojeras y, esto suele ser a gusto del consumidor, su mujer le ningunea y además se folla al profesor de inglés de su hijo.

Modesto sabía qué estaba cociendo su cerebro. A él no podía engañarle. Modesto era consciente del engaño vital, del engaño que supone la vida, del engaño que representa tener una opinión, un gusto, una erección. Modesto sabía, porque se aupó a hombros de gigantes, que nadie se baña dos veces en el mismo río.
Modesto creía atisbar, cada mañana, una arruga más en su frente, una pequeña mancha ocre más en sus manos. Modesto presumía de haber asesinado al niño que fue, de haber guardado el cadáver entre las páginas de un libro de Byron y de tenerlo controlado en una de las cajas del trastero. Modesto creía no sorprenderse con ninguna de sus opiniones, ni siquiera con las que aparecían tras una tormenta de alcohol, Modesto creía tener atrapado en un rincón de su cerebro a su verdadero yo, el yo incorrupto, inviolable, infranqueable, impermeable, impertérrito, imperfecto, inerte.

Muchas mañanas pasó Modesto, desnudo al salir de la ducha, delante del Modesto del espejo mirándole, escudriñando, retándole a que le engañase, sabedor de que eso era imposible. El Modesto real esbozaba una sonrisa que, el Modesto del espejo no devolvía. Pero esa mañana ocurrió...

El 'te quiero mucho' que musitó velado en sueños su chica aquella mañana cuando Modesto se vestía para ir a trabajar llegó como una jodida tormenta, como un maldito huracán que se lleva todo lo inservible, incluyendo vidas, y deja la tierra rasurada, lista para volver a albergar vida. Esa frase removió estratos del cerebro de Modesto que llevaban años inmóviles, escondidos, callados, sepultados.
El 'te quiero mucho' de su pareja hizo descender a Modesto al reino de los humanos, al reino de la mentira, de los velos y las arrugas invisibles; a la tierra de la eterna juventud, de las opiniones perfectas y verdaderas. Esa maldita frase entró como un aguijón.

Ni siquiera tuvo fuerzas para responder... ¿qué se yo? un 'y yo a ti', le flaquearon las piernas y las cuerdas vocales, se equivocó incluso atándose los cordones de las zapatillas. Prefirió no mirarse en el espejo esa mañana.

Y así, sin siquiera haberse lavado la cara, Modesto salíó de su casa dirección al trabajo.
La mañana estaba fría, y encapotada.
Modesto, ante la duda, decidió salir de casa con el paraguas, por si acaso llovía.




martes, 7 de mayo de 2013

Púa



Púa se llama Púa porque de pequeña era muy pequeña, y la perdía por casa, como mis púas de guitarra.
Ahora eso ha cambiado. Púa es enorme, oronda, Púa es musa de Botero y mía.
Acepta la autoridad de Mocagua, pero con una actitud así como de 'bueno, lo que tú digas, pero no me toques las palmaaaas....' y claro, es que llegó después que Mocagua, y esos galones son de quien son.

Púa es esquiva, miedosa, retro. Laura dice que siempre lleva los ojos pintados.
Púa no tolera bien a la gente, aunque ya no se esconde cuando hay visita. Púa es reservada, silenciosa y creemos que le engorda el agua.

Barullo se ofreció a practicarle una reducción de estómago y con la piel sobrante, regalarme unas orejeras para el frío. La otra opción era la del balón intra-gástrico; pero me he negado, Púa me gusta así, enorme, exagerada, como con gravedad propia.

Mi gata II Púa.

viernes, 22 de febrero de 2013

Palabras que me molan... (1)

Palabras que me molan, pero que no es fácil que se den contextos o conversaciones donde clavarlas. Ahora, una cosa os digo, si se da la oportunidad, se me iluminan los ojillos y las suelto a la primera de cambio:

- Oxímoron (del griego ὀξύμωρον, oxymoron, en latín contradictio in terminis), dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión [1] , que genera un tercer concepto. Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto, ‘absurdo’ (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector o al interlocutor a comprender el sentido metafórico (en este caso: un instante que, por la intensidad de lo vivido durante su transcurso, hace perder la noción del tiempo).
El recurso a esta figura retórica es muy frecuente en poesía mística y amorosa, por considerarse que la experiencia de Dios o del amor trasciende todas las antinomias mundanas. El filósofo griego Heráclito recurre a ella con frecuencia.

- Procrastinación(del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición, es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables.
Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro sine die idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.
También puede ser un síntoma de algún trastorno psicológico, como depresión o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).

- Pseudociesis: Un embarazo psicológico (también llamado imaginario, Síndrome de Rapunzel, utópico o pseudociesis) se da cuando una mujer cree estar embarazada sin estarlo realmente y presenta, además, la mayoría de los signos y síntomas gestacionales. Es un problema psicológico en el que el principal desencadenante suele ser el deseo desmedido de ser madre.[1] La pseudociesis también puede darse en varones aunque con una frecuencia mucho menor, así como también en animales de compañía.[2]

- Envergadura: es el ancho de la vela mayor de una embarcación a vela, el ancho que tienen de frente las aves u otros animales alados (como pterodáctilos, murciélagos o insectos) con las alas totalmente extendidas hacia los lados o, por extensión, el ancho de una aeronave de un extremo a otro de las alas.
La palabra proviene de envergado, y ésta de verga, (que se refiere al mayor de los palos perpendiculares al mástil) y ésta a su vez del latín verga, "vara", más la terminación ura, que indica propiedad, como en gordura o dulzura.


jaja, con esta última, es que me parto la verga!

P.D. fuente: San Wikipedia
P.D.2. este es mi consejo de hoy, chiqui tu daun daun!!!!


martes, 22 de enero de 2013

Máquina ¿y si? (1)

Ésta me parece una buena serie.

¿Y si fuese una estrella del rock? Pero de los que están podridos de pasta. De los de vida sórdida.
Si fuese una estrella del rock, en los cumpleaños de colegas o familiares no regalaría nada como coches, motos, pasta, pases VIP a mis conciertos, viajes exóticos...
Regalaría derechos de autor de mis canciones.
Bueno, vamos a ver, no de los top hit, de los pepinacos... Los típicos terceros cortes de caras B. Pero aún así, y conociendo lo colosal de mi éxito.... Menudos regalazos no?

Me voy a apuntar a clases de trompeta.



En un país multicolor....

Pues nada, que siguen viniendo sobrinos/as a este mundo!

Ayer, bueno, la madrugada de hoy 22 de Enero de 2013 ha nacido mi sobrina Amaya. Mamá y niña, perfectas.

No sé... esto no se le estará yendo de las manos a alguien?

En cualquier caso, Amaya también es una chica con suerte.



Larga y próspera vida a Amaya!

miércoles, 16 de enero de 2013

El abrazo sin fin

Ésta es la foto: camino rápido hacia un bar para tomarme un vino con mi colega el moro; la tarde está fría de cojones, es una de esas tardes típicas de invierno de ciudad de interior. Hay algo de niebla también, niebla meona. Ya es de noche, y la respiración de la nariz produce tanto vaho como la de la boca. Es como fumar de esos cigarrillos inocuos, insípidos, sin combustión. Paso cerca de unas casas bajas, emparejadas; la puerta de una de ellas se abre. Tienen dos escaloncitos para bajar a la acera; la acera es su entradita. Sale primero una mujer muy mayor, no sé estimar bien las edades, pero pongámosle unos ochenta años a esta señora. Va como engullida por un abrigo negro que se la va comiendo poco a poco, sólo asoma su cabeza y su pelo blanco; bueno, no, gris plateado. Lleva una maleta en la mano que, a juzgar por cómo la levanta, no debe llevar muchas pertenencias, al menos, no muchas materiales, puede ser que vaya repleta, pero de otras cosas, de las que no pesan. La sigue otra señora que, intuyo que debe ser familiar, y, qué cojones! me la juego, es su hija.
Ninguna de las dos habla en el tránsito de los dos escalones. Parece como si aprovecharan ese pequeño descenso para aclimatar sus cuerpos a la niebla meona de fuera. Tampoco ríen, sólo descienden...
Cuando llegan a ras de suelo, la octogenaria deja su maleta en el suelo, se gira y se funde en un abrazo con su hija. La octogenaria cierra los ojos, la hija no.
Durante todo mi tránsito por esa calle siguen abrazándose. Las sobrepaso y el abrazo continúa. Puedo observar que es la mujer mayor la que lleva la iniciativa, es la que lo ha iniciado, es la que lo está llevando a cabo, como debe ser, con los ojos cerrados, como con mucha introspección. Es a la que se le nota en la falta de riego en las manos, que está apretando el cuerpo de su hija hacia sí con todas las fuerzas que le quedan después de ochenta años. Su hija es un pelele en tal situación, mantiene el tipo, no cierra los ojos y sólo se deja abrazar.
Aprovecho un semáforo en rojo (para los peatones) para pararme y mirar disimuladamente atrás, como queriendo formar parte de ese abrazo. Habrá quién no me crea, pero cuando me giro, el abrazo no ha acabado aún; de hecho dura casi todo el semáforo en rojo (para peatones). Pero llega un momento en que la octogenaria, finalmente, abre los ojos y, por esas cosas del destino, mira hacia donde estoy yo. Me mira, y la miro...
Ahora también me la voy a jugar, qué cojones! La octogenaria sabe perfectamente que es el último abrazo que va a dar a su hija. Se acabó la navidad y ella vuelve al pueblo, a su casa, a sus cosas. Sabe que para la navidad que viene no va a estar en casa de su hija, no la va a poder abrazar y por eso quiere exprimir bien ese abrazo. El abrazo es callado, ninguna de las dos habla, no hay mucho que decir. La ocasión merece hacerlo con los ojos cerrados, para que los cuerpos se entiendan en otro código, para que los cuerpos resuenen. Merece utilizar fuerzas que pensó que ya no tenía para abarcar firmemente el cuerpo de su hija y llevar las riendas, al fin y al cabo ella es la madre. Merece ser un abrazo de tarde de invierno, con niebla meona y con vaho en las respiraciones. Merece ser un abrazo apoteósico, explosivo, y merece intimidad. Ésto último lo quería la hija, quería que se produjese todavía dentro de la casa, con la puerta cerrada. Pero la octogenaria que pocas veces se ha rebelado en su vida, ésta vez sí lo hace, decide bajar los dos escalones, girarse con la parsimonia pertinente, posar la maleta en el suelo y proceder. Proceder en mitad de la calle, en mitad de la ciudad, en el puto centro del universo. La ocasión lo merece.

La octogenaria sabe que no habrá más abrazos como ese. Yo lo sé. La hija no estoy seguro... creo que le sobrepasa un poco la situación.

Hubiese hecho una foto, para mi, no de las de enseñar, pero me dio vergüenza. He decidido escribirlo para mantener la no-foto en mi memoria más de lo habitual (un par de segundos) digo esto por lo siguiente: que se pudra en el infierno el que vea en estas lineas un burdo intento de veinteañero de juntar cuatro putas palabras buscando empatía y/o lágrimas fáciles. Que se pudra en el infierno y que se lea algún manual que le explique lo tonto/a que es.

A mi la foto me apenó, me dio un poco de miedo, me alegró en cierto modo y me pareció cruda, como la tarde. Luego, buscando unas cosillas en internet, vi esta foto:


No sé qué tipo de mirada tendría ese portero en ese momento. Pero me juego el próximo vino a que no debía ser muy distinta a la de la octogenaria.

Ahora, como experimento rarito, me pondría una canción alegre, por ejemplo de la creedence, y pensaría en ello un poco más. Resultado probable del experimento: primero un cosquilleo raro en el cuerpo, luego un temblor casi imperceptible, de nuevo miedo, y acordes mayores, que la creedence sabían utilizarlos como nadie.

Pié de foto: al final, me tomé unos botellines con el moro en vez de vino, y en el camino de vuelta a casa, aún no había olvidado la foto. Es muy raro en mi, pero aún ahora, sigo viendo claros los ojos de la octogenaria, en cuanto llegue a casa me pincho a la creedence.




África

Ayer 15 de enero de 2013, vino África a este mundillo....

África es la niña recién nacida de mi colega el jipi y su chica Beti. Tanto la mamá como la criatura están bien.
África es mi nueva sobrina (porque lo digo yo) y estoy muy contento por los tres, ayer ya lo celebré un poco, y en breves, lo celebraré un poco más.

África va a tener suerte en la vida.
Desde aquí, un beso enorme para la madre, el padre y la niña.

Tengo un huevo de sobrinos/as y hace poco que me han empezado a salir canas en los pelos del pecho...

Larga y próspera vida para África!!!!


miércoles, 9 de enero de 2013

Ideaca!

Cómo he podido vivir sin esto casi 24 años??

Lo cuelgas en la pared, preferiblemente cerca del plato, y cuando pinchas uno, lo abres y metes la carátula dentro.

1. Es cómodo
2. Es un cuadro que cambia cada 50 min. aprox. y.... Sin baterías!


FNAC.
No sé el precio, me lo ha traído Gaspar.
De nada.


martes, 8 de enero de 2013

Mocagua

Mocagua, superlativa, blandita, inquieta, quieta, marrón, señorita, buena.

Yo creo que antes de gata fue una estrella del rock; ahora ya está cansada de toda esa vida. Ahora funciona a 39 grados y le gusta dormir.

Mocagua (agárrate que vienen curvas y tópicos) me escucha, me entiende, me hace esa caidita de ojos, me manda callar y dormir.

Es casi una relación perfecta, de esas que dan la sensación de incumplir la segunda ley de la termodinámica, pero sin hacerlo... No vayamos ahora a resquebrajar el universo por una relación entre dos entes, uno a 36 y otro a 39.

Mi niña Mocagua.